Juanita Sánchez

Con mucha constancia y una gran cuota de terquedad, mi obra plástica ha hablado siempre sobre el consumo. Inicialmente trabajé sobre el consumo de moda, el fenómeno “fashion”, una situación que yo entendía como la venta despiadada de ideales de belleza y felicidad a través de iconografías esteriotipadas de mujeres anoréxicas con abrigos de diseñador.
Un poco contenidas, mis primeras obras observaban desde la barrera las imágenes de ensueño que los medios masivos ofrecen, y las citaba o retomaba bajo una no muy conciente venia de validación. Utilizando pintura y dibujo, mis medios preferidos, me apropiaba de estampados y patrones textiles, de siluetas estilizadas y tacones de charol. Pero llegó un momento en que todas estas formas se me empezaron a mostrar como lo que realmente eran, solo formas, y empecé a preguntarme que había detrás de ellas.
La búsqueda de una respuesta ha venido desde muchos frentes. Académicamente he investigado sobre el sentido del traje y su condición semiótica; sobre la historia del traje y su denotación socio-cultural, y mi tesis de maestría trató sobre la relación del objeto de arte y el vestuario cinematográfico. Desde la praxis he repetido innumerablemente el trabajo con las imágenes de portadas de revistas, de catálogos de ropa, con logos de exclusivas marcas. Esta indagación cotidiana me ha llevado a mirar también otro tipo de iconografías de consumo afines, sobre todo de publicidades de bienes o servicios de lujo y “estilo”.
Mi mirada se ha ampliado y mis reflexiones dado un giro, ya no sólo hablo sobre ropa. Sin embargo la causa más contundente de este cambio ha sido dejar la barrera e involucrarme emocionalmente. Defectos y virtudes personales se han hecho evidentes como consecuencia de mi trabajo artístico; y mi condición de ciudadana del mundo y de mujer de la posmodernidad me ha confrontado. Situaciones ordinarias de mi vida, como lamentarme de este mundo de ligereza y apariencias mientras estoy usando un perfume que cuesta el alquiler de un mes, son las que han dado más solidez a mi obra.

En el 2008 empecé a titular mis obras en inglés haciendo un juego irónico con términos y palabras que en nuestros países hispanohablantes se cambian a otra lengua para darles una connotación más elegante y glamorosa.

Juanita Sánchez

sábado, 17 de octubre de 2009

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